LA VIDA VICTORIOSA
LA PAZ viene con la dependencia del poder divino. Tan pronto como
el alma resuelve obrar de acuerdo con la luz que ha recibido, el Espíritu Santo
da más luz y fuerza. La gracia del Espíritu es proporcionada para cooperar con
la resolución del alma, pero no es un sustituto para el ejercicio individual de
la fe. El éxito en la vida cristiana depende de que uno se apropie de la luz que
Dios ha dado. No es la abundancia de la luz y la evidencia lo que hace al alma
libre en Cristo; es el surgimiento de las facultades y de la voluntad y las
energías del alma para clamar con sinceridad: "Creo; ayuda mi incredulidad"Creo;
ayuda mi incredulidad". (Nota: Mar. 9: 24.*)
Me regocijo en la brillante
perspectiva del futuro, y así debe hacer Ud. Sea alegre, y alabe al Señor por su
amorosa bondad. Lo que no pueda entender, confíelo a él. El lo ama, y se
compadece de cada una de sus debilidades. El "nos bendijo con toda bendición
espiritual en los lugares celestiales en Cristo"nos bendijo con toda bendición
espiritual en los lugares celestiales en Cristo". No satisface el corazón del
infinito dar a aquellos a quienes ama su Hijo una bendición menor que la que da
a su propio Hijo. (Nota: Efe. 1: 3.*)
Satanás trata de distraer nuestras
mentes del poderoso Ayudador, para inducirlas a pensar en la degeneración de
nuestra alma. Pero aun cuando Jesús ve la culpa del pasado, habla de perdón; y
no debemos deshonrarlo dudando de su amor. El sentimiento de culpa debe dejarse
al pie de la cruz, o de otra suerte emponzoñará las fuentes de la vida. Cuando
Satanás golpea con sus amenazas sobre Ud., vuélvale la espalda y consuele su
alma con la promesa de Dios. La nube puede ser oscura en sí misma, pero cuando
está llena de la luz del cielo, refulge con el brillo del oro; pues la gloria
descansa sobre ella.
Los hijos de Dios no han de estar sujetos a sus
sentimientos y emociones. Cuando fluctúan entre la esperanza y el temor, el
corazón de Cristo es herido; porque él les ha dado evidencias inconfundibles de
su amor. Desea que sean establecidos, fortalecidos y cimentados . . . Quiere que
hagan la obra que les ha confiado; entonces sus corazones serán en las manos
divinas como arpas sagradas, cada una de cuyas cuerdas exhalará alabanza y
acción de gracias a Aquel que Dios ha enviado para quitar el pecado del mundo.
El amor de Cristo por sus hijos es tan tierno como su fortaleza. Y es
más fuerte que la muerte; porque él murió para comprar nuestra salvación, y para
hacernos uno con él, mística y eternamente uno. Tan fuerte es su amor que
controla todos sus poderes, y emplea los vastos recursos del cielo para servir a
su pueblo. Es inalterable, sin sombra de variación; el mismo ayer, el hoy y por
los siglos. Aun cuando el pecado haya existido durante siglos, tratando de
contraponerse a este amor y de obstruir su influencia hacia la tierra, todavía
sigue fluyendo en ricas corrientes hacia aquellos por los cuales Cristo murió (
Testimonios para los ministros , págs. 527, 528).
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