ACEPTÉMOSLO COMO NUESTRO AMIGO INTIMO

"Ya no os llamaré siervos ... ; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer." Juan 15:15. 

Actualmente prevalece la iniquidad. Los peligros de los últimos días se vuelven densos alrededor de nosotros, y debido a que la iniquidad abunda, el amor de muchos se ha resfriado. Esto no necesita ser así si todos acuden a Jesús, y confían en él con fe sencilla. Su mansedumbre y humildad atesoradas en el corazón, producirán paz y reposo y le impartirán fuerza moral a cada alma.

Frecuentemente se alude a la brevedad del tiempo como un incentivo para buscar justicia y hacer de Cristo nuestro Amigo. Para nosotros éste no debería ser el gran motivo, porque tiene sabor a egoísmo. ¿Será necesario que los terrores del día de Dios se tengan que colocar delante de nuestra vista para que nos decidamos a hacer el bien movidos por el temor? Esto no debería ser así. Jesús es atractivo. Está lleno de amor, de misericordia y compasión. El se ha propuesto ser nuestro Amigo, y caminar con nosotros a través de todos los senderos difíciles de la vida. El nos asegura: Yo soy el Señor vuestro Dios; caminad conmigo, y llenaré vuestra senda de luz. Jesús, la majestad del cielo, se propone exaltar a un compañerismo consigo a todos los que acudan a él con sus cargas, sus debilidades y sus preocupaciones. Los considerará hijos suyos, y finalmente les dará una herencia más valiosa que los imperios de los monarcas, y una corona de gloria más rica que la que jamás ha adornado la frente del más exaltado de los reyes terrenales.

Tenemos el deber de amar a Jesús como nuestro Redentor. El tiene el derecho de exigir nuestro amor, pero en lugar de hacerlo nos invita a que le demos nuestro corazón. Nos llama para que caminemos con él por el sendero de la obediencia humilde y verdadera. La invitación que nos hace es un llamamiento a una vida de pureza, santidad y felicidad -una vida de paz y reposo, de libertad y amor- y a la participación de una rica herencia futura: la vida eterna. ¿Qué elegiremos, la libertad en Cristo o la esclavitud y la tiranía al servicio de Satanás?... Si elegimos vivir con Cristo durante las edades interminables de la eternidad, ¿por qué no escogerlo ahora como nuestro Amigo más amado y de mayor confianza, y nuestro Consejero mejor y más sabio?

Nosotros tenemos el privilegio de caminar diariamente con Jesús, en una relación reposada, íntima y feliz. No necesitamos alarmarnos si el sendero cruza por conflictos y sufrimientos. Podemos gozar de la paz que sobrepasa todo entendimiento; pero nos costará batallas contra los poderes de las tinieblas, y luchas severas contra el egoísmo y el pecado innato. Las victorias que ganemos diariamente mediante esfuerzos perseverantes e incansables en el bien hacer serán preciosas en Cristo que nos ha amado, "quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras" (Tito 2:14)...

El hijo del Altísimo sufrió la vergüenza de la cruz, para que los pecadores no tuvieran que sufrir vergüenza y desprecio eternos, sino que fueran rescatados y coronados de gloria eterna.-Signs of the Times, 17 de marzo, 1887.
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