FE VIVIENTE
MUCHOS de los que buscan sinceramente la santidad de corazón y la
pureza de vida, parecen perplejos y desanimados. Están constantemente
observándose y lamentando su falta de fe; y como no tienen fe, creen que no
pueden reclamar la bendición de Dios. Estas personas confunden el sentimiento
con la fe. Miran por encima de la sencillez de la verdadera fe y así acarrean
gran oscuridad a sus almas. Deberían apartar la mente de sí mismos, espaciarse
en la misericordia y la bondad de Dios y hacer un recuento de sus promesas, y
luego creer simplemente que él cumplirá su palabra.
No hemos de confiar
en nuestra fe, sino en las promesas de Dios. Cuando nos arrepentimos de nuestras
pasadas transgresiones de su ley y resolvemos obedecer en lo futuro, deberíamos
creer que Dios nos acepta por la causa de Cristo, y perdona nuestros pecados.
Algunas veces sobrevendrán al alma la oscuridad y el desaliento, y
amenazarán abrumarnos; pero no deberíamos desechar nuestra confianza. Debemos
mantener la vista fija en Jesús, haya o no sentimiento. Deberíamos tratar de
cumplir fielmente cada deber conocido, y descansar luego tranquilamente en las
promesas de Dios.
NO DEPENDÁIS DE LOS SENTIMIENTOS
A veces, una profunda sensación de nuestra indignidad hará
estremecer de terror al alma, pero esto no es evidencia de que Dios haya
cambiado para con nosotros o nosotros para con Dios. No se debería hacer ningún
esfuerzo para ajustar la mente a cierta intensidad de emoción. No podemos sentir
hoy la paz y el gozo que sentíamos ayer; pero deberíamos asirnos por la fe de la
mano de Cristo y confiar en él tan plenamente en la oscuridad como en la luz.
Quizá Satanás susurre: "Eres demasiado pecador para que Cristo te
salve". Al par de reconocer que sois ciertamente pecadores e indignos, podéis
hacer frente al tentador exclamando: "Por la virtud de la expiación reclamo a
Cristo mi Salvador. No confío en mis propios méritos, sino en la preciosa sangre
de Jesús, que me limpia. En este momento hago depender mi alma impotente de
Cristo". La vida cristiana debe ser una vida de fe constante y viva. Una
confianza inflexible, una firme dependencia de Cristo, proporcionarán paz y
seguridad al alma.
NO OS DESANIMÉIS
No os
desaniméis porque vuestro corazón parezca duro. Cada obstáculo y cada enemigo
interior, sólo aumentan vuestra necesidad de Cristo. El vino para quitar el
corazón de piedra y daros un corazón de carne. Acudid a él para obtener gracia
especial para vencer vuestras faltas peculiares. Cuando os asalte la tentación,
resistid persistentemente las incitaciones del mal; decid a vuestra alma: "¿Cómo
puedo deshonrar a mi Redentor? Me he entregado a Cristo; no puedo hacer las
obras de Satanás". Clamad al amado Salvador para que os ayude a sacrificar todo
ídolo y abandonar todo pecado acariciado. Contemple el ojo de la fe a Jesús de
pie ante el trono del Padre, presentando sus manos heridas para suplicar por
vosotros. Creed que recibís fuerza mediante vuestro precioso Salvador.
LA CONTEMPLACIÓN DE CRISTO
Contemplad por la fe
las coronas atesoradas para los que vencerán; escuchad el canto de triunfo de
los 111 redimidos: ¡Digno, digno es el Cordero que fue muerto y nos ha redimido
para Dios! Esforzaos por considerar estas escenas como reales. Esteban, el
primer mártir cristiano, en su terrible conflicto con los principados y las
potestades y las malicias espirituales en lugares encumbrados, exclamó: "He
aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está a la diestra de
Dios"."He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está a la
diestra de Dios".Hech. 7: 56. Le fue revelado el Salvador del mundo como si
estuviese contemplándolo desde el cielo con el más profundo interés, y la luz
gloriosa del rostro de Cristo brilló sobre Esteban con tal fulgor, que hasta sus
enemigos vieron que su rostro resplandecía como el rostro de un ángel. (Nota:
Hech. 7: 56.*)
Si permitiésemos que nuestras mentes meditasen más en
Cristo y en el mundo celestial, hallaríamos un estímulo y un apoyo poderoso para
pelear las batallas del Señor. El orgullo y el amor al mundo perderán su poder
al contemplar las glorias de esa tierra mejor que tan pronto será nuestro hogar
junto a la belleza de Cristo, todos los atractivos terrenales parecerán de poco
valor.
EL CAMBIO DE LAS MANERAS HABITUALES DE PENSAR
Nadie imagine que sin un ferviente esfuerzo de su parte podrá
obtener la seguridad del amor de Dios. Cuando se ha permitido por mucho tiempo a
la mente espaciarse en cosas terrenales, es difícil cambiar las maneras
habituales de pensar. Con demasiada frecuencia atrae la atención y absorbe el
interés aquello que el ojo ve y el oído oye.
Pero si queremos entrar en
la ciudad de Dios y contemplar a Jesús en su gloria, debemos acostumbrarnos a
contemplarlo aquí con el ojo de la fe. Las palabras y el carácter de Cristo
deberían ser con frecuencia el tema de nuestros pensamientos y nuestra
conversación, y se debería dedicar diariamente algún tiempo a la meditación,
acompañada de oración, de estos temas sagrados.
LA SANTIFICACIÓN ES UNA TAREA DIARIA
La santificación es una tarea diaria. Nadie
se engañe creyendo que Dios lo va a perdonar y bendecir mientras pisotee uno de
sus requerimientos. La comisión voluntaria de un pecado conocido acalla la voz
testificadora del Espíritu, y separa al alma de Dios. Sea cual fuere el éxtasis
del sentimiento religioso, Jesús no puede morar en el corazón que no hace caso
de la ley divina. Dios honrará solamente a los que lo honran.
"Si os
sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien
obedecéis"Si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos
de aquel a quien obedecéis". Si nos dejamos dominar por la ira, la
concupiscencia, la codicia, el odio, el egoísmo o cualquier otro pecado, nos
hacemos siervos del pecado. "Ninguno puede servir"Ninguno puede servira dos
señores"a dos señores". Si servimos al pecado, no podemos servir a Cristo. El
cristiano sentirá la incitación al pecado, pues la carne desea vivamente la
concupiscencia, oponiéndose al Espíritu; pero el Espíritu lucha contra la carne,
manteniendo una continua batalla. Aquí es donde se necesita la ayuda de Cristo.
La debilidad humana se une a la fuerza divina, y la fe exclama: "Mas gracias
sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo"."Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de
nuestro Señor Jesucristo".1 Cor. 15: 57. (Nota: Rom. 6: 16.*Mat. 6: 24.*1 Cor.
15: 57.*)
Si queremos desarrollar un carácter que Dios pueda aceptar,
debemos formar hábitos correctos en nuestra vida religiosa. La oración diaria es
tan esencial para el crecimiento en la gracia y aun para la misma vida
espiritual, como el alimento temporal lo es para el bienestar físico. Deberíamos
acostumbrarnos a elevar con frecuencia los pensamientos a Dios en oración. Si la
mente se desvía, debemos hacerla volver; por el esfuerzo perseverante, el hábito
lo hará fácil al final.
No hay seguridad separándonos un solo momento de
Cristo. Podemos contar con su presencia para ayudarnos a cada paso, pero sólo si
observamos las condiciones que él mismo ha dictado.
HACED DE LA RELIGIÓN UNA TAREA
La religión debe convertirse en la gran
tarea de la vida. Todas las demás cosas deberían subordinarse a ésta. Todas
nuestras facultades mentales, físicas y espirituales deben ser empleadas en la
lucha cristiana. Debemos mirar a Cristo para recibir fuerza y gracia, y
ganaremos la victoria tan ciertamente como que Jesús murió por nosotros . . .
Debemos acercarnos más a la cruz de Cristo. La contrición al pie de la
cruz es la primera lección de paz que tenemos que aprender. El amor de Jesús,
quién lo puede comprender? Es infinitamente más tierno y abnegado que el amor de
una madre. Si queremos conocer el valor de un alma humana debemos mirar con fe
viviente hacia la cruz y empezar así el estudio que será la ciencia y el canto
de los redimidos por toda la eternidad. Sólo se puede calcular el valor de
nuestro tiempo y de nuestros talentos, por la grandeza del rescate pagado por
nuestra redención. ¡Cuánta ingratitud mostramos hacia Dios cuando le robamos lo
suyo al privarlo de nuestros afectos y nuestro servicio! ¿Es demasiado el
entregarnos a Aquel que lo ha todo por nosotros? ¿Podemos escoger la amistad del
mundo antes que los honores inmortales que Cristo brinda: "Que se siente conmigo
en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono"?
(Nota: Apoc. 3: 21.*)
LA SANTIFICACIÓN ES UNA EXPERIENCIA PROGRESIVA
La santificación es una obra progresiva. Las
palabras de Pedro nos presentan los pasos sucesivos: "Vosotros también, poniendo
toda diligencia por esto mismo, 114añadid a vuestra fe virtud; a la virtud,
conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a
la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal,
amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar
ociosos, ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor
Jesucristo"añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al
conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia,
piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si
estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos, ni sin
fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo". "Por lo cual,
hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque
haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada
amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo" "Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra
vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de
esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo". (Nota: 2 Ped. 1: 5-8.*2 Ped. 1: 10,11.*)
Es éste un proceder mediante el cual podemos estar seguros de no caer
jamás. Aquellos que están así obrando de acuerdo con el plan de adición en la
obtención de las gracias cristianas, tienen la seguridad de que Dios obrará
según el plan de multiplicación al otorgarles 'los dones de su Espíritu.
Pedro habla a los que han obtenido una fe tal: "Gracia y paz os sean
multiplicadas en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús"Gracia y paz
os sean multiplicadas en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús". Por
la gracia divina, todos los que quieran podrán ascender por los escalones
luminosos que van de la tierra al cielo, y al fin, "con alegría y gozo perpetuo"
entrarán por las puertas en la ciudad de Dios ( Review and Herald , noviembre
15, 1887). (Nota: 2 Ped. 1: 2.*Isa. 35: 10.*)
EL VALOR DE LAS PRUEBAS
Las pruebas de la vida son los Instrumentos de Dios
para eliminar de nuestro carácter toda impureza y tosquedad. Los procesos de
nivelar con escuadra, hacha y escoplo, la acción de pulir y bruñir, todo es un
procedimiento penoso; es difícil someterse a la rueda de esmeril. Pero la piedra
sale preparada para ocupar su lugar en el templo celestial. El Señor no gasta en
materias inútiles trabajo tan consumado y cuidadoso. Únicamente sus piedras
preciosas se labran a manera de las de un palacio ( El discurso maestro de
Jesucristo , pág. 17).
EL LUGAR SECRETO DEL PODER
Los hombres acuden de vez en cuando al lugar secreto del
Altísimo, bajo la sombra del Omnipotente; permanecen allí un tiempo, y el
resultado se manifiesta en acciones nobles; luego falla su fe, se interrumpe la
comunión con Dios, y se echa a perder la obra de la vida. Pero la vida de Jesús
era una vida de confianza constante, sostenida por una comunión continua; y su
servicio para el cielo y la tierra fue sin fracaso ni vacilación.
Como
hombre suplicaba ante el trono de Dios, hasta que su humanidad se cargaba de una
corriente celestial que unía la humanidad con la divinidad. Recibía vida de
Dios, y la impartía a los hombres ( La educación , pág. 76).
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