"BUSCANDO A QUIEN TENTAR"

LA FALACIA DEL PECADO

NADA es más traicionero que la falacia del pecado. Es el dios de este mundo que engaña, ciega y conduce a la destrucción. Satanás no expone todas su tentaciones a la vez. Las disfraza con una máscara de bien. Mezcla con diversiones y extravagancias algunas pequeñas ventajas, y las almas engañadas dan como excusa que el tener parte en ellas reporta un gran bien. Esta es sólo la parte engañosa. Son las artes infernales de Satanás enmascaradas. Las almas engañadas dan un paso y se preparan para el siguiente. Es mucho más placentero seguir las inclinaciones del corazón que estar a la defensiva y resistir la primer insinuación del astuto enemigo, y así impedir sus intrusiones.
Oh, ¡cómo acecha Satanás para ver cuán fácilmente se toma su carnada, y para ver a las almas anda precisamente en la senda que él ha preparado! El no quiere que abandonen la apariencia de oración prácticas religiosas, pues así puede hacerlos más útiles en su servicio. Une su sofistería y sus trampas engañosas con la experiencia y la profesión de fe de ellos, y así hace progresar maravillosamente su causa.
EL EXAMEN DE SI MISMO
Existe la necesidad de examinarse íntimamente y de preguntarse a la luz de la Palabra de Dios: ¿Soy integro o corrupto de corazón? ¿Estoy renovado Cristo o soy todavía carnal de corazón, cubierto sólo exteriormente con un vestido nuevo? Acercaos al tribunal de Dios y observad, como a la luz de Dios, si hay algún pecado secreto, alguna iniquidad, algún ídolo que no hayáis sacrificado. Orad, sí, orad como nunca antes para que no seáis engañados por lo ardides de Satanás; para que no os entreguéis a un espíritu descuidado, indiferente, vano, y prestéis atención a los deberes religiosos para acallar vuestra propia conciencia. . .
Uno de los pecados que constituyen una de las señales de los últimos días es que los cristianos profeso son amadores de los placeres más que de Dios. Trata sinceramente con vuestras propias almas. Investiga cuidadosamente. Cuán pocos, después de un examen fiel, pueden levantar la vista al cielo y decir: "No soy uno de los así descritos. No soy un amador del place más que de Dios". Cuán pocos pueden decir: "Esto muerto para el mundo; la vida que ahora vivo es por la fe del Hijo de Dios. Mi vida está escondida con Cristo en Dios, y cuando Aquel que es mi vida aparezca, yo también apareceré con él en gloría". 


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